La estirpe de los fuertes

De la relatividad general  ya se encargó Albert Einstein sobre 1915, de la relatividad particular nos encargamos cada individuo, cada día. Y es que vivimos en un mundo donde todo se está convirtiendo en relativo. El sentido común también depende de qué y de quien, por lo tanto solo persisten, como  fundamentales, los deseos personales. Característica inseparable del egoísmo.

Es, en esta situación, cuando te detienes y aprendes a recordar, insistiendo en la difícil y selectiva batalla contra la memoria, extrayendo de cada pliegue cerebral los restos que se han ido acumulando y ocultando a la vez. Todas las experiencias.  Y etéreamente  tomo de la mano a las personas que me han servido de referente, especialmente durante la madurez. La mayoría, familiares que han fallecido en una u otra circunstancia o que simplemente han extinguido su trámite terrenal. Ellos son los verdaderos acompañantes que quizá no supe atender suficientemente, son ellos mismos los que tienen el poder infinito de haber quedado en mi memoria. Los que me guiarán y me darán fuerza para seguir aprendiendo.

Esos héroes particulares, esos guerreros de la post guerra que tanto aprendieron para enseñarnos que el mejor destino es el perdón, que la mejor batalla es la que no se pierde, que el esfuerzo es la cualidad que distingue y no la que diferencia. Ahora se nos están yendo sin su merecido adiós. Esos héroes que sacrificaron su vida desde los diez años para enmendar la barbarie ideológica, que han permanecido fuertes como robles, que hasta el último suspiro lo dieron todo por los demás.

En poco tiempo se han ido de mi lado enormes columnas, gigantes imprescindibles cuya restitución es imposible. Y este dolor que ahora me ahoga no es más que el preludio del relevo, que necesariamente asumo, como uno más dentro de la estirpe de los fuertes.

A mis tíos, José Antonio Usó y Julio Guerola

A mis primos

Ramon Usó i Guerola  9-4-2020